“Mens sana in corpore sano” (mente sana en cuerpo sano)

Para mantener esta balanza es necesario hacer uso de un banco de 4 patas:

Nutrición adecuada de cuerpo, mente y espíritu

Calidad y sueño reparador

Ejercicio físico conforme a cada caso particular

Recursos para la gestión eficaz de los diferentes estados de ánimo

Cada una de estas patas está relacionada con las otras. De su fortaleza o debilidad dependerá esa salud integral necesaria para ser útiles a nuestra propia persona y consecuentemente al entorno más cercano –familia, entorno laboral – y círculo más amplio, es decir al colectivo social que pertenecemos.

Esta relación requiere de la propia conciencia: corporal, mental como aquella función más o menos óptima del funcionamiento cerebral y conciencia espiritual en el sentido práctico que entraña este término, dando sentido a la vida y que nos conecta con la naturaleza de que somos algo más que un cuerpo con mente más o menos ágil.

Este algo más parte del conocimiento de uno mismo, las raíces de dónde procedemos, la aceptación del recorrido vital, las lecciones aprendidas o pendientes de integrar para comprender que la vida es un camino sinuoso prácticamente para todos y reconocer que estamos aquí para evolucionar positivamente como especie, haciendo lo mejor que podemos para que el futuro sea el futuro que soñamos para nuestros hijos y descendientes, transmitiendo aquellos valores basados en la igualdad, el respeto, la tolerancia, la solidaridad, el cuidado medioambiental y “pensando sobre el otro como te gustaría que pensará acerca de ti”, esto último requiere mucha atención ya que el condicionamiento e influencias sociales van por otros derroteros muy distintos. Sin embargo, de ello dependerá en una gran medida nuestra sensación de bienestar o la ausencia de él.

Por otro lado, los estados de ánimo se despliegan como un abanico extenso de procesos físico-emocionales que incluye tanto los sentimientos a largo plazo como las emociones pasajeras.

Es necesario extraer la máxima utilidad de todo lo que entendemos como emociones positivas y es fácil reconocerlas porque son las que nos producen paz, contento, satisfacción, coherencia interna. Del mismo modo que las experiencias de dolor y/o ansiedad tendremos que mirarlas de frente, modulando la sensibilidad propia, aprendiendo a mirarlas desde el observador imparcial que nos informa qué hemos de aprender, qué habilidades tenemos que incorporar a nuestra vida, qué tenemos que perdonarnos y qué tenemos que modificar.

La relajación y/o meditación es fundamental para soltar tensión acumulada, nuestro cuerpo y mente lo agradece de inmediato. Dejamos la puerta abierta a ver las cosas con otro sentido del humor, así con más ligereza daremos importancia a lo que realmente la tiene y tendremos más amigos con quién compartir nuestras alegrías y nuestras penas.