«Eliminar tóxicos para prevenir o sanar»

“Durante toda nuestra vida, debemos defender la integridad de nuestro organismo contra las peligrosas influencias de nuestro entorno. Es fundamental comprender que el contenido de nuestro tubo digestivo forma parte de ese medio ambiente. Es en este aspecto en el que más frágiles somos y menos protegidos estamos”. Dra. Katherine Kousmine.

El funcionamiento eficaz de los sistemas depurativos del organismo es fundamental para preservar la salud y prevenir enfermedades por la acumulación de toxicidad, también llamadas enfermedades de ensuciamiento graves o más comunes.

El hígado es un órgano decisivo, el gran depurador del organismo, ya que una de sus funciones es eliminar y/o neutralizar toxinas que vienen de fuera o de nuestro medio interno.

En las semillas del cardo mariano se encuentra la Silimarina con excelentes propiedades para estimular la síntesis de proteínas, permite que el hígado pueda regenerar las células dañadas por otras nuevas, es decir sanas. También es un potente antioxidante, 10 veces más potente que el de la vitamina E a la hora de contrarrestar los efectos de los radicales libres, los causantes del envejecimiento celular. Su capacidad regeneradora no se limita solo al hígado sino también al páncreas que es el órgano que libera insulina y por tanto, regula los níveles de azúcar en sangre.

Por otro lado, el intestino debe asegurar una protección contra bacterias, virus, tóxicos y también asimilar los alimentos. Esto se consigue con la mucosa intestinal, la flora y el sistema inmunitario intestinal.

La mucosa con unos 250 m2 de superficie y 300 millones de enterocitos que se renuevan completamente en 4 ó 6 dias. A este nivel se absorben los nutrientes y penetran moléculas tipo anticuerpos, proteínas antigénicas…etc.

La flora y su composición parece ser estable en personas sanas y muy variable de un individuo a otro, según sus hábitos alimentarios y psiquismo. Ya que todo el tubo digestivo está inervado de neuronas. Así se ha llamado, por cada vez más autores el 2º cerebro. La microflora intestinal participa en la nutrición – absorción de nutrientes, en los procesos de defensa con su efecto barrera e interactúa directamente con las células inmunitarias.

Aquí entran los probióticos y los prebióticos para equilibrar nuestra microflora, vamos a distinguirlos.

Los probióticos se utilizan desde tiempos antiguos, son bacterias o levaduras no tóxicos ni patógenos que contribuyen al equilibrio de la flora intestinal. Una vez ingeridos, deben permanecer vivos para tener efectos positivos en el organismo, quedándose en el intestino o no. Son los famosos lactobacillus y bífidobacterias, los más utilizados. Presentes en el yogur, kéfir y fermentos lácteos.

Los prebióticos son fibras solubles (inulina, FOS –fructo oligosacáridos-) que no digeridas llegan al colon intactas donde fermentan gracias a la acción de la flora, se utilizan como sustrato de crecimiento de los probióticos. La fibra de las frutas (en especial la piña, kiwi y la papaya, especialmente beneficiosas) la fibra de verduras, vegetales, algas..y cereales integrales.

Se pueden producir agresiones que provocan disbiosis (desequilibrios en la flora intestinal) que llevan a trastornos desde una diarrea hasta inflamaciones crónicas intestinales.

Atención al exceso de: proteínas animales que produce un predominio de flora de putrefacción en detrimento de la flora de fermentación o carencias en prebiótico, abuso de medicamentos y el estrés psicológico.

Todos sabemos que es necesario una gran atención y escoba para barrer aquello que también ensucia nuestro cuerpo, mente y espíritu: las preocupaciones, ansiedad, pensamientos negativos y malevolentes.